Blanca

Esa noche llovió.

Me volví el perfume de los azahares, me volví la salvia mojada de mi corteza, la lluvia azotaba en bruma cada una de mis hojas.

Contemplé, y recordé un poema que me leía Blanca cuando éramos jóvenes: 

"Amor mío no me olvides cuando el agua me lleve" 

Blanca, ¿serás río? ¿estarás esta noche lloviéndome?

Ya de vieja me quedé sin dientes, y de muerta me reí buscando a Blanca en las gotas de la lluvia.

Blanca. No te olvidaría nunca. 

Me acordé de su cumpleaños 65 años, cuando le hicimos un pastelito cumpleañero, ya cuando la vida me había importado menos, ya cuando no importaban los dientes que se me había caído, ni las arrugas de mis manos, y usábamos las medias apretadas en nuestros tobillos anchos, ya cuando éramos dos viejas sin dientes que se reían de chistes anticuados y haciéndole muecas a los niños... Blanquita era como la hermana que nunca tuve, era mi mejor amiga.

Blanca, ahora que sé que ya no estoy viva, quiero encontrarte hermana, quiero sacudirme las ramas para tirar gatos, quiero que las aves hagan sus nidos aquí en lo más cálido de mis hojitas y nazcan cantando, caray.

Cuando la ví morir tres años después de ese último pastelito, le prometí que nos volveríamos a ver. 

Entonces en mis raíces sentí un cosquilleo. Un pellizco. Tres pellizcos... y sollocé. 

¡Aquí estás hermana mía! 

Inspirada en la canción:

What the water gave me - Florence  + The Machine. 

"But oh my love don't forget me, when I let the water take me"